Los créditos o tarjetas revolving se caracterizan por la capitalización de los intereses, que aumentan el saldo pendiente y provocan que se perpetúe la deuda en aquellos casos en los que la cuota es tan baja que ni siquiera cubren los intereses devengados sobre el capital dispuesto.
Debido a esta perpetuación de la deuda, en no pocas ocasiones nos encontraremos con que el prestatario ha fallecido, y son ahora sus herederos quienes han de hacer frente a la deuda.
El crédito revolving, normalmente instrumentalizado a través de una tarjeta, se caracteriza por la agilidad en su contratación y la escasa información que se ofrece al cliente antes de contratar, así como la falta de un adecuado análisis de solvencia del deudor.
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